¿Qué hace posible la
escritura? ¿Cómo interfiere la enfermedad en el curso natural de
los gesto gráficos?. Estas y otras preguntas tienen solución en las
complejas fases que se dan en el escribiente con anterioridad a la
realización del proceso gráfico, pero si queremos tratar los
efectos de las enfermedades neurológicas, nos detendremos en la
etapa que hace posible la plasmación de la imagen de nuestro cerebro
al papel.
En concreto nos referimos
a la fase inmediatamente anterior a la escritura o cualquier otro
proceso voluntario en la que se manifiesta la intervención de los
neurotransmisores.
El inicio de la etapa
pre-escritural tiene lugar en el lóbulo parietal, que tras enviar la
información sobre el próximo movimiento corporal a la
circonvolución prerrolándica situado en lóbulo frontal y que
constituye el principal centro motriz de la corteza cerebral, en su
descodificación e interpretación de órdenes, emitirá los impulsos
neuroeléctrico a la médula espinal que después de superar el
fascículo piramidal y el bulbo raquideo llegará a la médula
espinal, desde donde se extenderá por los nervios del brazo hasta
los músculos de la mano que intervienen en el acto de la escritura.
Por otra parte, en caso
de existir enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, el
proceso anteriormente descrito se interrumpe debido a la falta de
sustancias precisas para el correcto funcionamiento de los
neurotransmisores.
De todos los ejemplos
disponibles, se contó con la firma de Salvador Dalí por su
capacidad ilustrativa, ya que era un hombre de extraordinaria
creatividad que no hacía dos firmas iguales, pero tenían en común
un trazado definido y firme, además de sus rasgos artificiosos de
tamaño exagerado, especialmente si nos referimos a trazos curvos.
Sin embargo, a las
irregularidades predominantes en esta última firma propiciada por
los temblores y la presión debilitada (semejante a las patas de una
araña) sobre el soporte debido a la falta de control motriz junto a
la descoordinación provocada por la rigidez de miembros, hay que
añadirle la micrografía, característica propia de los enfermos que
pretenden evitar determinados esfuerzos, lo que por otro lado
explicaría la simplificación del recorrido de trazos.